
Pablo se levanta agilmente al sonido del despertador. Luego de ducharse y vestirse con la ropa que ha preparado la noche anterior, se dispone a desayunar algo ligero preparado por la abuela. Mira la hora y tiene el tiempo justo para alcanzar a ordenar un poco su cuarto antes que pase la ruta escolar. Toma su morral y su merienda. Se despide con un par de tiernos besos de las dos mujeres de su vida, abuela y mamá, y saludando al conductor sube a la ruta y parte rumbo al colegio.
En la tarde, ya en casa después de su jornada escolar, Pablo revisa el microondas, la comida pinta bien, lo activa como le enseñó su mamá y se dispone a cenar. Sabe que luego debe recoger el desorden de la mañana, llenar la lavadora, limpiar un poco y si corresponde, regar el jardín. Comienza a hacer sus tareas escolares y una vez termina podrá ver televisión. Abuela y mamá llegan al final de la tarde luego de un día de trabajo agotador. Pablo busca las sandalias de descanso de mamá, él mismo las coloca en sus pies…. Eso nadie se lo enseñó… lo aprendió solo, es un caballero.
Al preguntarle a la mamá de Pablo cómo logró tal nivel de independencia y responsabilidad, la respuesta resulta simple: «la fuerza de las circunstancias».
Susana es madre soltera, vive junto a su hijo Pablo de diecinueve años en casa de la abuela, una mujer que a pesar de los años sigue tan vital como a sus veinte. Ambas trabajan. Susana en una empresa de plásticos, la abuela en un restaurante. La economía familiar no funcionaría de otra manera y fue así como Pablo tuvo que aprender a ser independiente a pesar de tener un diagnóstico de autismo.
Son muchos los casos donde las circunstancias sacan lo mejor de las personas y Pablo es uno de esos casos. Seguramente su autonomía habría sido muy limitada de no ser por las circunstancias. el fortalecimiento de sus habilidades y hasta la capacidad de tomar decisiones por sí mismo fueron el resultado de todo el proceso.
Un tipo de responsabilidad así se puede trabajar desde muy chicos, aunque la edad jamás será excusa para el aprendizaje. ¿Qué se necesita? CONFIANZA. Creer que si podrá, ver a la persona detrás del diagnóstico, pero sobre todo, hacerles saber lo capaces que son. Susana confió responsabilidades a su hijo de forma natural, le mostró, por ejemplo, cómo activar un horno microondas paso a paso. Sin vacilaciones, ni sobreprotección le hicieron sentir útil, responsable, poderoso.
Pero es en la adolescencia donde la autonomía y el ejercicio de responsabilidades resulta un canalizador de toda esa energía que no regulada se vuelve caos total. Un adolescente ya de por sí y sin importar si tiene o no una condición especial, es un rebelde un día, un inconforme al otro, apático al siguiente, en fin… adolescente. Pero muchos padres tendemos a verlos frágiles y necesitados de protección, una actitud que genera en ellos inseguridad, incapacidad y dependencia, lo cual se traduce en conductas inmanejables que luego achacamos a la edad y a la tormenta de hormonas.
Darles responsabilidades y sobre todo creer en su potencial para llevarlas a cabo hacen de la adolescencia una etapa, aunque nada fácil, si muy productiva. Estamos dándoles herramientas y empoderamiento en sus vidas. Les estamos comunicando «Sí. Eres diferente pero capaz».
Importante:
* Partir de responsabilidades sencillas y a medida que el joven va superando pequeñas metas ir subiendo a habilidades más complejas.
* Generalmente la resistencia a aprender una habilidad es porque les estamos abrumando de instrucciones o le pedimos perfección en las primeras instancias.
* Premiarlos, motivarlos, hacerlos sentir importantes. Eso eleva su autoestima en una etapa tan crucial.
* Todo es equilibrio. Hay que generar espacios de ocio y tiempo libre.
* Ser consistentes y constantes.
Y finalizo con una frase bien diciente de la mamá de Pablo:
«Trato a Pablo como a un joven de su edad y dejo de estar recordándole que tiene autismo»
A continuación encontraran un artículo muy útil publicado en el portal «Paso a Paso» sobre cómo enseñar habilidades funcionales a personas con neurodiversidad (aunque va dirigido a la infancia es aplicable a nuestros adolescentes).