AUTISMO: EL MUNDO DE MI HIJO TAMBIÉN COLAPSÓ

Sebastián se asoma a la ventana más veces que en los días anteriores. Percibo su energía, esa que aprendí a leer desde bien pequeñito cuando era la única forma de saber, y sigue siéndolo, cómo se sentía o lo que le incomodaba.

Respiro profundo, sé que ha resistido más de lo habitual, me preparo para la explosión de emociones. Allí no funciona anticipar, ni desviar la atención. Lo que se viene es imparable y lo saben quiénes enfrentan con más frecuencia de la que quisiéramos esas rabietas monumentales. Allí la teoría se queda corta, ni siquiera es útil. Allí es dejar explotar.

Para fortuna mía, si se puede llamar así, sus rabietas vienen con una frase que la explica: “está todo cerrado” “sigue cerrado”.

Vivimos en una zona comercialmente fuerte; nos rodean locales por doquier. Sebastián creció entre el bullicio de una comunidad muy activa. Perifoneo, música en parlantes enormes, luces, comercio en los andenes. Si a él se le antoja puede conseguir una galleta de chocolate a las diez de la noche porque hay una panadería que se ve desde la ventana de la sala. Es una vía primaria que atraviesa el barrio de occidente a oriente y termina siendo un río caudaloso de buses, automóviles, motos, bicicletas.

Las aceras son un hormiguero humano los fines de semana y aunque evitamos salir cuando hay mucha afluencia de gente, a Sebastián le gusta verlos desde su privilegiado enorme ventanal. Nuestras salidas cuando no hay tantas “hormigas” suelen ser a paso rápido y activa su instrumento sensorial más poderoso: su nariz.

A cada paso huele todo. Es como si organizara un mapa cartografiado con el GPS de su olfato. Las tiendas de zapatos, las tiendas de ropa, los restaurantes, las florerías y las inevitables pastelerías. Todas tienen un aroma único que percibe con extraordinaria potencia y que su autismo lleva a archivar para ubicarse, conectar, vivir.

Los vecinos lo conocen. Es imposible de ignorar, lo vieron crecer, lo han visto en sus mejores y peores momentos. Lo preguntan si no lo ven y lo saludan a sabiendas del abrazo y la olfateada que les dará y que ningún profesional ha podido erradicar de su etiqueta social.

Cuando la noche cae, el juego de luces laser de tiendas y bares es hipnótico para un chico sensible a esos estímulos; la discoteca a dos cuadras repica sus amplificadores y  lo que se creería podría alterarlo, resulta ser el ruido blanco que le ayuda a conciliar el sueño. Yo no soporto ese barullo. Él lo hizo parte de su entorno, tanto como para gustarle más la noche que el día para hacer sus salidas veloces.

Ahora, imaginen lo que significa para él en este momento de confinamiento el comercio cerrado, el silencio y la ausencia de ese hormiguero humano y del río de vehículos. Más cuando no fue progresivo, fue “de repente”.

Hoy, su rabieta colosal se silencia cuando entra a su cuarto y se mete a la cama.  Sabe que el motivo de esa ruptura de su cotidianidad es un “virrrus”. Los Simpsons le ayudaron a ponerlo en contexto con esos capítulos que los medios han demostrado premonitorios pero que antes que ellos mi hijo ya lo había notado.

Él no necesita permiso para salir en medio de la cuarentena por tener autismo, porque simplemente no quiere salir. Sube a la terraza dos o tres veces al día, cuida sus plantas y respira un poco. Mira por la ventana como esperando que así como todo se silenció, así mismo vuelva a SU normalidad. Con todo y su encanto por los extraños 😉

Además, es un riesgo salir, recuerden lo del olfato. No se dejará la mascarilla y se podría acercar a las personas peligrosamente. Aquí no hay riesgos calculados.

Por ahora mi estrategia se apega a la realidad. Cada noche le digo “mañana seguirá cerrado, pero pronto volverán a abrir Sebastián, cuando destruyan ese virus”.

He tenido que darle medicación para dormir y durante el día dejarlo que ponga su música repetitiva, a todo volumen. A veces suelta una frase “mañana mcDonalds,  papitas y Coca Cola” Le respondo con entusiasmo “yo quiero remojar papitas en helado de McDonalds!”  Sebas replica “y la Donna” mi respuesta se abre paso por entre ese nudo que se hace en la garganta  “Pronto Sebas!” y le doy un billete que guarda en su maleta. Así le damos forma a la esperanza.

Eso quería contarles.

No tiene que ver esencialmente con el autismo. No quise hacer un compendio de consejos. Quise mostrar lo frágiles que somos, contarles cosillas de mi hijo que lo hacen único, como a cada uno de sus pequeños. No somos perfectos, pero le echamos ganas. Ese es el plan, por ahora.

HIJO: SOLO RESPIRA!!

Esta mañana mi hijo se levantó inusualmente alterado, imaginé por haberse trastornado su rutina y tener que ir a sus exámenes de laboratorio (ecografía abdominal). Pero su alteración era algo así como una inquietud que no le permitía siquiera desayunar. Caminaba de un lado a otro de la casa, saltaba, movía sus manos, verbalizaba ecolalias con más intensidad. Yo solo esperaba el momento en que su rabieta explotara.

Intenté tranquilizarlo, le pregunté cómo se sentía, pero en ese estado apenas si me escuchaba, estaba totalmente desconectado del entorno y paradójicamente sobrepasado por el mismo: Autismo en toda su dimensión.

Empezó a respirar rápidamente y lo único que pude hacer fue enfrentar la más fuerte rabieta de los últimos meses.

Gracias a Dios estábamos en casa y no en la clínica o ni siquiera estaría narrando esta historia.

Cuando su descontrol era total y empezaba a autolesionarse hice lo que siempre aconsejo NO HACER: Gritarle… tomar sus 1.80 de estatura y arrinconarlo contra un mueble tan enorme como él a riesgo de que su fuerza me ganara y yo terminara lastimada. ¿Qué le grité? ¡RESPIRA!!

Hace unos días alguien me escribía preguntándome cómo había logrado controlar el autismo y “llevarme tan bien”  con la condición de mi hijo. Mi respuesta fue clara… aún no lo he logrado. Sigo aprendiendo y enfrentando tanto tormentas como disfrutando de días soleados.

Mi hijo todos los días enfrenta las manifestaciones del autismo que no le permiten las treguas que a veces necesitamos para tomar aire… respirar.

Con esto que hoy expreso en esta entrada intento mostrarles que como padres estamos siempre expuestos a que el autismo nos tome con la guardia baja. Nos sentimos terriblemente impotentes al no poder evitar ese mal momento de un chico incapaz de decir lo que siente.

Con frecuencia pienso cuántos padres justo en ese momento estarán pasando por lo mismo que paso con mi hijo y … me siento mejor, ya no tan sola en estas batallas de las cuales perdemos  su real proporción.

¿Cómo terminó todo?

Sebastián me miró con sus ojos angustiados escondidos entre su pelo mojado por el sudor y me repitió RESPIRAR! Y empezó a tomar aire como le enseñé desde sus dos añitos cuando era más fácil sobrellevar una rabieta.

A lo largo del día ha seguido inquieto pero menos alterado.

Y le sigo repitiendo para que no lo olvide y con voz susurrante… RESPIRA!

Cierro con este vídeo precioso…

Estrés Postraumático en personas con Autismo: Cuando los recuerdos duelen.

Los recuerdos siguieron vivos y perturbadores en los sueños invasivos y con más frecuencia cuando estaba despierto. Verbalizaba sus temores en monólogos. Se despertaba con angustia y calmarlo era imposible pues su mente seguía corriendo como una película más de suspenso que de terror.  Así los recuerdos se disparan al menor indicio  de aquel aterrador momento y la incertidumbre de su inminente repetición. Los neurólogos y psiquiatras coinciden en que estos hechos se graban en el circuito nervioso, específicamente en la amígdala. Pero yo digo que se graban en el alma.

Esto no es la descripción de un momento traumático de un soldado.  No. Es la historia de un niño con autismo a quien le aplicaron una técnica de disciplina aversiva, cruel e irrespetuosa. Estos niños a los que la teoría se empecina en catalogar como seres insensibles al mundo real,  sienten más que tú o que yo.

En un mundo donde la persona con autismo no sabe cómo interpretar emociones y además el entorno es difícilmente predecible, que alguien los maltrate en cualquiera de las formas, genera una huella profunda de desconfianza no solo hacia su agresor sino hacia cualquier ser humano.  El mundo social se convierte en un lugar peligroso,  donde la gente es una amenaza potencial e infortunadamente esa percepción puede durar toda la vida. Es de aclarar que habrán eventos fortuitos que sin intención le ocasionan a la persona un trauma profundo como extraviarse o un accidente.  Pero este artículo tiene más sesgo personal y por lo tanto lo encamino a eventos calculados que generan esos traumas.

Qué detona todo esto? La sensación de impotencia,  la pérdida de control llevándolos a paralizarse y evitar oponerse ante el poder de su agresor. Tantos procedimientos y terapias que recurren a la agresión para que obedezcan, el amedrentamiento para imponer autoridad. No todo el que se llame profesional lo es éticamente.  Hay que tener cuidado con eso.

Se han visto eventos de maltrato no comunicados pero no siempre es por que no lo sepan comunicar, ni porque no entiendan o no sientan,  sino porque la descarga brutal de hormonas del  estrés es tan alta que pueden ignorar el dolor e incluso pensar que así es como se les debe tratar. Se resignan. De allí la importancia de siempre recalcarles,  grabarles en sus mentes: «Mereces respeto y nadie debe agredirte ni física ni verbalmente».

Pueden replegarse en sí mismos y desconectarse del resto del mundo haciendo más profundo su autismo. El cerebro queda tan vulnerable que toda experiencia negativa por más mínima que esta sea termina dejando una huella traumática. Lo que los hace intolerantes al estrés cotidiano.  En palabras de Daniel Goleman el cerebro se torna como un automóvil siempre en cuarta velocidad.

Sumando a todo esto su poderosa sensorialidad y la capacidad de asociar imágenes a recuerdos… todo se potencia. Un olor puede detonar un terror,  un sonido un recuerdo, una imagen volver a llevar al momento del suceso. Ni que hablar de la empatía que sienten por otros chicos que son maltratados. Quien mejor que una persona con autismo para ponerse en el lugar de otra con la misma condición. ¿Esto no pone a tambalear las hipótesis sobre teoría de la mente y falta de empatía?

RECUPERAR LA TRANQUILIDAD Y LA CONFIANZA…

Por experiencia les digo: Es muy difícil recuperar a un niño o joven con autismo de un evento traumático.  Esa memoria que en principio es un atributo  resulta ser lo peor en estos casos. NO OLVIDAN!! He notado a mi hijo Sebastián en medio del silencio de la noche repetir: «te golpeaste la cabeza» y empezamos una conversación casi detectivesca de cuándo,  cómo y dónde. Y alcanzo a descifrar un evento sucedido hace muchos años en el patio de recreo cuando estaba en kinder. Hace diecisiete años!!

Cómo lo superan? Hablando del hecho. Algunos lo podrán conversar,  otros,  como mi hijo, dirán palabras inconexas pero con un mensaje implícito que habrá de descifrarse. Pero sí tienes un hijo no verbal y entra en llanto repentino sin razón justificable,  puede ser uno de esos recuerdos que duelen y lo único que puede hacerse es abrazar y decirle «aquí estoy,  ahora todo está bien.»

Como madre no quisieras ningún recuerdo feo en esas mentecitas frágiles y sensibles,  pero el mundo a veces es cruel e inevitablemente en algún momento de la vida surgirá un suceso poco agradable y por eso recopilé algunos consejos escuchado de otras mamás -mis sabias consejeras- para enfrentar eso que los profesionales llaman estrés postraumático.

Dibujar. Primero es un medio para manifestar angustias y miedos y segundo libera todo lo que no pueden traducir en palabras.

Estrategias de relajación. Yoga, mindfullness,  respiración, aromaterapia, caminatas por el bosque, etc. Todo aquello que pueda liberarlo de un estrés que parece ser parte del autismo. No lo conviertan en algo complejo; con mi hijo funciona respirar profundo y caminar.

Deportes. Pero uno en especial,  el karate o el taekwondo que les de cierto tipo de control y de seguridad.

Contar sus temores. Allí habrá de hacerse uso de la creatividad.  Desde las representaciones teatrales,  hasta los juegos de rol pueden ser caminos sencillos donde puedan exteriorizar todos esos recuerdos tormentosos.  No sacar a la luz esos traumas es alimentarlos con el silencio.

Creerles. Nunca permitan que alguien les haga dudar de sus hijos con justificaciones como inventos, mentiras o un sesgo autista.  no olviden que una persona con T.E.A no miente y menos crea historias de la nada. Tampoco se dejen creer del argumento «es una ecolalia,  está repitiendo lo que oyó de otro compañero» No les sugiero que se vuelvan paranóicos,  pero sí que desconfíen.

Exponerlos a situaciones agradables.  Considero que es el antídoto a cualquier trauma,  un evento aterrador no sobrevive tan fácilmente sí el contexto es de apoyo y momentos memorablemente felices.

Como conclusión.

  • Muy vigilantes con las involuciones,  recaer en estereotipias,  insomnio y angustia constante, porque aunque parezcan síntomas del autismo puede enmascarar un miedo o angustia generados por una situación de maltrato o negligencia.

  • Reaprender y desaprender es posible sí les enseñamos a tener control sobre sus emociones y a saber que pueden estallar pero no quedarse en ese estado mucho tiempo.

No subestimemos ni dejemos que el autismo y todas sus características enmascaren un estrés postraumático.  Recordemos que las personas con autismo tienen una gran dificultad de interpretación pero sobre todo de exteriorización de sus sentimientos. Pero siempre,  y contando con el apoyo oportuno,  se podrá reentrenar el cerebro y reparar el alma del inevitable dolor que puede ocasionar un mundo bastante hostil.

No olviden. Nuestros hijos son más fuertes de lo que creemos o imaginamos y somos los únicos en quienes confían.

Esta es la entrada # 300.  Gracias a quienes me leen,  me siguen,  comentan y comparten… Gracias a esos compañeros de camino singulares que lo hacen más bonito. A ti.

RABIETAS, CRISIS Y LA NECESARIA EXPERIENCIA DE UN ASPERGER.

Una madre me decía:  «amo a mi hijo cuando es feliz y odio al autismo cuando una rabieta le arrebata su felicidad». Y a decir verdad quienes somos familiares de personas con autismo sabemos que cuando sentimos que se avecina una crisis entramos en estado de alerta y desplegamos todo el operativo que la experiencia nos ha enseñado es el correcto en cada caso.  Porque sí, que hay rabietas de rabietas. No es lo mismo una rabieta en el consultorio del médico que en un parque. En el día que en medio de la noche.  Descansados que luego de una jornada agotadora. Creo que es en ese momento cuando mostramos como madres o padres de qué estamos hechos. Y sin miedo puedo decirlo no siempre estamos hechos de acero.

Pero esta vez quiero hablar desde nuestros chicos,  desde las personas con autismo o asperger. Ponerse en la piel de ellos es imposible por más que lo intentemos.  Nosotros nos limitamos a lo que podemos ayudarles e incluso prevenir un tormeta de esas,  pero en medio de una rabieta ellos llevan la peor parte.  Por eso creo que la experiencia desde las personas con la condición es muy importante y les aseguro que muy pocas veces se encuentra un relato personal y experiencial como el que voy a compartir a continuación.

Desde el canal A Lo Aspergiano en Youtube,  comparto dos vídeos bastante orientativos y experienciales acerca de lo que siente una persona con autismo o asperger en medio de una rabieta. Véanlos hasta el final y podrán comprender la otra cara,  la que muchos desconocíamos.

¿Vuestros hijos os agreden?

 

Dedicado a una madre de esas con coraje para enfrentar el mundo y con ternura para enfrentar el dolor. A todas las que abrazan huracanes.

Este es un camino de casuales y afortunados encuentros.  Historias que aunque no son iguales nos llevan a empatizar,  a sentir a través de otros similares experiencias ya sea al otro lado de la frontera o al otro lado del mundo. Contando lo que se puede,  callando lo que no.

Y callar es lo que se ha hecho por tanto tiempo cuando se trata de ocultar lo que a juicio de muchos desprestigia una condición como el autismo. Pero los años pasan, nuestros hijos crecen y las circunstancias nos transforman, cambian nuestra visión:  Ya no nos importa ocultar la realidad.  Es más necesitamos contarla,  sin tabús,  sin miedo.

Anteriormente me atreví a relatar una escena donde mi hijo en medio de una crisis descargó todas sus emociones sobre mi. Algunas mamás me escribieron – por inbox – que les sucedía lo mismo,  pero temían hacer pública su experiencia a riesgo de ser calificadas de malas madres o como alguien recriminó “no saber lavar los trapitos en casa”.

Y es que se piensa que un niño o joven o adulto con estas manifestaciones es consecuencia de familias permisivas o negligentes que no supieron manejar una condición hasta hoy ennoblecida como sí se tratara de un superpoder y no de una real dificultad. Olvidan que nadamos en el fango de la burocracia,  de la indiferencia y la ignorancia.  Desestiman que el autismo es una lotería genética que afecta en mayor o menor medida. Y aun así son aquellos casos que todos dan por perdidos donde la esperanza se manifiesta poderosamente.

Entonces… apareció un día en Facebook un cartel con una pregunta:

“Esto es una pregunta para todas las madres y padres azules: Vuestro hijos os agreden? Saben los motivos aparte de las crisis?«

La pregunta me sorprendió,  no es usual exponer el tema,  pero aún así  una a una madres de personas con autismo y asperger se atrevieron a compartir sus experiencias para nada victimizadas,  por el contrario resilientes,  empoderadas, valientes.

Hoy quiero compartir con ustedes algunas de esas respuestas a la pregunta que nadie se atrevía a hacer hasta ahora. Anónimas desde luego no por temor a ser juzgados, o quizá si,  pero más que nada por respeto a nuestros hijos. Y que sea el comienzo de verdades a gritos,  sin sensacionalismos,  solo verdades. Para qué:  Para no sentirnos tan solos en esta lucha y demostrar que a pesar de las circunstancias debemos como diría Marcel Proust:  Tratar de mantener siempre un trozo de cielo azul encima de la cabeza”.

Aquí van: (no se hizo ninguna modificación, están tal cual tomadas de los comentarios)

 

“Necesitamos más recursos adaptados a sus necesidades y si se oculta la realidad de muchas familias, aún será más difícil obtener apoyos, no todos hacen grandes avances, ni tocan el piano, ni se cocinan solos…”

“El mío se autolesiona a cada rato día tras día y año tras año, en ocasiones también agrede a los demás. La medicación no ayuda salvo para que duerma mejor, pero nada ha conseguido que deje de golpearse. Yo pienso que es la ansiedad lo que no lo deja vivir, es tremendamente doloroso, lo más doloroso, nos sentimos impotentes…”

“Lo que si me pregunto yo, es porqué está parte del autismo molesta tanto a muchos padres, porqué no se quiere hablar de ello, porqué a veces se dice que no es cierto? Que no existe la agresividad en el autismo, porque molesta tanto, a quien perjudica, y a quién beneficia ocultar está realidad???”

“Mi hijo me agredía cuando se sentía no comprendido. En el momento que tenía alguna sensación que no pudiera expresar, era causa de una frustración. En inicio era complicado entender cuál era la causa de su frustración, o cuál fue la sensación que no comprendió. Cómo luchaba por expresarse y yo no lo comprendía. Se llenaba de coraje y sus agresiones realmente no son deseadas por él. Es la forma de expresar su ira y no pueden canalizar. Con el tiempo aprendí que esas situaciones hay que dejarlos en un área donde no se lastimen. Ej en su cuarto una esquina estaba llena de peluches. Deben hablarle suave y que surja de ustedes la palabra te entiendo o comprendo. Solo así él me abrazaba y lloraba hasta tranquilizarse. Sé que en todos los casos no es igual. Pero poco a poco sabrán cómo calmar sus frustraciones.”

“Pues si amiga, se vive una pesadilla en casa… Sabemos el diagnóstico y nos basamos en lo que indica el médico. Pero la verdad al no tener lenguaje nuestro hijo pues es difícil saber lo que le pasa. Yo hay veces que pienso que le duele el cerebro, otras donde se pega fuertísimo en el pecho y pienso que pueda ser su corazón, hay días que grita como Tarzán sin parar, otros en los que se azota como gorila, y sin motivos.”
“A mí me ha golpeado y tirado de los cabellos me ha roto todas las ventanas me ha desgarrado la ropa. Se ha echado a correr al flujo de vehículos, come con desesperación. Y pues la medicación no funciona como uno lo espera. Mi hijo es impredecible y créeme que es desesperante como son sus crisis. Hay días que quisiera morir y no dar más, pero sé que me necesita para toda la vida… Mi hijo tiene ya 20 años.”

“Si. Tiene sus temporadas, pasa tiempo en que no lo hace pero cuando lo hace es complicado, puede llegarlo a hacer en público. Motivos? es como si te dijera «mamá tú eres la única que me puede ayudar, por qué no me ayudas?» Es como sí reclamara de mi el evitarle ese mal momento y es con quien descarga su frustración. Quizá piensa también que yo sé todo lo que está sintiendo (toda esta cosa de teoría de la mente). Pero a eso no le pongo mucha psicología: hay que exigir respeto y le digo fuerte en el momento: «a tu mamá no la golpeas!» me enojo con él claro que si, pero es que tenga o no tenga autismo esa conducta nunca se debe permitir allí más que el conductismo y todo eso que aplican los que creen que esa situación se maneja con teorías, en la práctica realidad lo manejas con sentido común y exigiendo respeto.”

“Mi hijo tiene 35 años.. también vivimos con las ventanas con cadenas,.. hoy día voy de vacaciones en avión,tren, coches, casas y hoteles,playas y es uno más, hay veces k lo miro y n me lo creo k este tan tranquilo,..el pasado ,el comienzo fue horrible, un fuerte abrazo madres/padres azules

“Yo tengo un hijo autista de nueve años que también sufre de estos «arranques «de violencia contra mi especialmente. Entiendo y comparto el dolor físico y el emocional….tanto amor”

«mi hijo está diagnosticado con Síndrome Asperger y ser muchas personas digan que no es autismo yo lo considero como tal porque el espectro autista es tan diverso como lo somos los seres humanos.
Mi hijo logró desarrollar lenguaje y tiene muchas habilidades que en ocasiones me rebasan como madre; sin embargo una crisis siempre será una crisis y como madre/padre nunca se sabe como reaccionar por que suelen ser diferentes factores lo que la provocan.»

«Mi hijo nos pego y se pego hasta los 16 años, grandes palizas que eran imposible de aguantar dia tras dia y año tras añi, por suerte con medicacion desaparecieron, ahora llora y se pone triste pero no ha vuelto a hacerlo salvo en alguna ocacion esporadica donde la situacion le ha desbordao, son personas antes que autistas y con su personalidad unica, por eso no se puede generalizar sobre ellos. Los que hemos vivio eso entendemos y nos duele el alma al recordarlo, hay quien niega lo que desconoce.»

«Alejo es no verbal y va a cumplir los 7 años. ya no tiene crisis sensoriales. Ahora tiene cabreos de narices fundamentalmente por no hablar. Y si, nos pega. Cada vez se regula mejor, cada vez le duran menos, pero vaya tengo la piel de las manos llena de cicatrices, la nariz amoratada (desde hace 3 semanas) y un esguince en la mano derecha.»

«Si a veces cogerme tan fuerte que me clava las uñas y me araña Sin querer y tirarse hacia mi agarrarme fuerte o darme palmetazos al mismo tiempo que se muerde los dedos con una fuerza inmensa ….Fatal,……ahora le estaba poniendo gostas a los ojos ,y se mordio y enfafo enojo mucho y tube que dejarlo .uhhh Hay dias muy buenos y dias muy malos ,Ya lo sabeis mamas….»

Posdata: Padres,  su experiencia es distinta y su voz también debe ser escuchada.  Algunos no lo soportaron,  pero otros están ahí,  al frente del cañón. Queremos escucharlos.

Tips para prevenir las crisis.

Son ideas para prevenir esos momentos que deseamos jamás ocurran,  pero que dadas las condiciones sensoriales,  emocionales y neurológicas no están exentos de manifestar en el momento menos pensado.  En ocasiones sin quererlo nosotros como padres podemos ser los detonantes de la crisis,  me ha pasado cuando voy de afán y empezamos en una batalla de fuerza.  Pues para que estemos preparados… aquí les van unos tips.

Tomado del foro  Teayudaremos.com,  posteado por Anamara.

Definitivamente cuando ciertas manifestaciones muestran un cambio en el comportamiento habitual de nuestros hijos, debemos tomar las medidas para en lo posible controlar, si no la reacción por lo menos la intensidad de la misma.

  • Evitar llevarlo a lugares muy concurridos si ya se manifiestan alterados antes de salir de casa,
  • No apurarlos, ni jalonearlos, ni hablarles a gritos o aceleradamente, darles su espacio y sonreírles, la ansiedad es la que nos hace desgastarnos y realizar nuestras actividades de manera apurada y angustiada.
  • Controlar nuestras reacciones para no incrementar nuestro nerviosismo al de ellos, si no podemos controlarnos, salir a dar una vuelta, darnos un duchazo, respirar, pensar en cosas bonitas, pensar positivamente.
  • Si pensamos que nuestro hijo se va a portar mal, pues en eso si nos obedecerá y lo hará.
  • Explicarles donde los vamos llevar y convencerlos que la van a pasar muy bien.
  • En el coche prestarle atención y hacerlo participe de nuestro espacio.
  • No amenazarlo con castigos o golpes, mas vale un buen trato que una buena pelea, ni repetirles mil veces pórtate bien antes que siquiera hayan iniciado un movimiento
  • Presentarle las actividades de manera agradable y respetar sus gustos
  • Tratar de no modificar drásticamente sus hábitos en los momentos de nerviosismo, los resultados cuando están tranquilos son los que verdaderamente perduran.
  •  No dar muchas instrucciones hasta notar que pueden asimilarlas, muchas veces cuando inician una crisis se ve antecedida por momentos de confusión.
  • No imponer autoritariamente nuestro parecer, tampoco hablarles como un ruego, las reglas están dadas, nosotros somos los padres y ellos deben obedecer pero nuestro reinado nos es de terror, sino de amor.
  • Observar el entorno y prevenir cuales pueden ser los objetos o las causas que desencadene la crisis.
  • Informar a los profesores, especialistas y personas de la familia y entorno cercano que está en el inicio de un momento difícil.
Y para finalizar mi consejo particular,  No es bueno que personas desconocidas entren en escena,  me ha pasado que en plena rabieta aparecen personas aconsejando lo que debo o no debo hacer,  lo que puede incrementar la rabieta del chico al encontrarse frente a un desconocido,  agradezco la buena intención y me retiro a un espacio donde se pueda tranquilizar.