
Todos nos hemos preguntado por qué la adolescencia en el autismo es tan difícil. Es una etapa que entra a ponernos a prueba como padres, profesionales, maestros. Venimos de una infancia donde tratamos de entender a nuestros hijos a la par que a su autismo. La intervención se concentra en actividades similares a las de otros niños en su infancia: bloques de colores, tarjetas, rompecabezas, juego. La distancia entre una infancia disfuncional y una con buenas perspectivas pareciera reducirse.
Y llega el día de apagar once, doce, trece velitas en el pastel de cumpleaños. Y es como comenzar de nuevo. Empieza a retroceder, está más hiperactivo, tiene problemas de sueño más complejos, restricciones y alergias alimentarias que antes no tenía, llega el acné, la regla, cambios físicos, los compañeros de clase ya no son niños y tienen otros intereses, la secundaria, el amor, el reconocerse diferente, el bullying. El mundo, ya de por sí muy frágil, se les derrumba. Suficientes razones para que la adolescencia sea un momento crítico en sus vidas. Sumémosle que el chico o la chica sean no verbales o que sufran de el sesgo de Peter Pan que se les atribuye: los que son niños para siempre. Así que ser un adolescente autista es un reto tan heavy y justamente es cuando más solos se sienten, aunque estemos a su lado.
Pero no se trata de autismo exclusivamente. En el cerebro del chico o chica suceden cambios importantes, cambios que también suceden en un adolescente convencional, pero la escala a la que suceden en el cerebro dentro del espectro es absolutamente inusual. Durante la primer década de vida hay una agitada conexión neuronal, alcanzando en promedio 40.000 sinapsis por segundo, en individuos típicos y que en cerebros autistas puede llegar a duplicarse. El problema surge cuando el cerebro tiene que hacer eso que todas las familias hemos escuchado y pocos profesionales nos ha explicado: la poda neuronal o poda sináptica.
La poda sináptica o neuronal es ese proceso que hace el cerebro para eliminar las sinapsis innecesarias entre las neuronas o que ya cumplieron su objetivo en la infancia y dejar las sinapsis (las extensiones que conectan a una neurona con otra neurona o con otra célula) más importantes para el desarrollo del individuo. Es como una reconfiguración del cerebro, una actualización de su sistema operativo para que sea más eficiente.
¿Recuerdan cuando nos decían que esta poda sináptica ocurría a los cinco años y que lo que no se hiciera en esa etapa ya no se podía hacer después? Falso! Resulta que la poda neuronal más importante sucede en la adolescencia y continúa hasta el inicio de la edad adulta, puede llegar a durar hasta 20 años. Hacia los 12 o 13 años el cerebro dice: Hagamos orden a este desmadre neuronal, quitemos un buen poco de sinapsis que gastan demasiada energía y reconectemos otras más necesarias. Esto reduce al 50% aproximadamente el número de sinapsis en cerebros típicos, pero en los cerebros autistas esa poda solo reduce las sinapsis tan solo al 16% y para completar el lío, las conexiones nuevas, las actualizaciones que suceden en la corteza prefrontal, allí donde están las funciones ejecutivas, el control de impulsos, la toma de decisiones y la regulación emocional, no se pueden realizar eficientemente, razón por la cual tenemos todas las dificultades derivadas de la anomalía del proceso.
Los científicos investigaron por qué el cerebro de los autistas no tenía una eficiente poda neuronal y usaron una técnica que solo los neurocientíficos saben explicar y no nos complicaremos a tales niveles. El caso es que se usó la secuenciación de ARN y la medición de la densidad de las sinapsis en cerebros de personas autistas.
Se descubrió que la reducción de poda neuronal era consecuencia de unas neuronas llenas de partes viejas y dañadas y eran muy deficientes en el proceso de autofagia que se encarga de eliminar esos desechos. Encontraron también que la causante era la hiperactividad de una proteína, la MTOR, que obstaculiza la “autolimpieza” de la neurona. Por mucho tiempo se pensó que una gran cantidad de sinapsis era indicador de un buen funcionamiento cognitivo y pues no. Una excesiva carga sináptica crea conexiones erróneas, innecesarias y deficientes, afectando el desempeño del individuo dependiendo del área cerebral que implique.
Eso con la famosa poda neuronal. Ahora, vamos a la segunda parte: las reconexiones en los sistemas autónomos del cerebro. Para que acabemos de comprender que la adolescencia no es cuestión de conductas desadaptadas per sé, sino un proceso que está sucediendo en el cerebro y que marcará el futuro de toda la vida de la persona autista.
Eso en el siguiente post.
FUENTES:
https://www.cuimc.columbia.edu/news/children-autism-have-extra-synapses-brain
https://www.lavanguardia.com/ciencia/20121024/54353797990/donde-reside-la-inteligencia.html
https://www.eldiario.es/tumejoryo/moverse/mtor-importa_1_1334122.html