Continuando con el tema de la gestión del tiempo…En casa manejamos una agenda de pared muy básica, con las actividades principales a lo largo del día, no muy numerosas porque de entrada la rechazaría.
Para actividades más específicas tenemos una agenda portátil donde le explico que sucederá en una jornada: mañana, tarde o noche. Esta me permite agregar más tareas.
En esta última me apoyo para eventos que resultan estresantes para mi hijo como ir al médico o una fiesta de cumpleaños. Allí registramos con pictos cada suceso, lo que le ayuda a anticipar y estar más tranquilo porque sabe cómo transcurrirá ese evento.
Pero no todo es tan fácil porque la mayoría de actividades fuera de casa no transcurren en una linea de tiempo predecible y puede que se desarrollen en poco tiempo o incluso pasar largos minutos.
No obstante hay casos donde definitivamente anticipar se nos hace complicado: Cita de neurología a las 10:00 am (se anticipó en las agendas) llegamos muy puntuales y todo sucedió según lo secuenciado (llegar, anunciarnos, pagar, sentarse en sala de espera…) aún así la sala de espera comienza a angustiar, la doctora no llega y NO SE SABE si tardará. Lo que si no da espera es la ansiedad de mi hijo. Ya no quiere estar más sentado y empieza a golpear puertas de consultorios al azar como esperando que el siguiente paso se dé pronto. Afortunadamente segundos antes de que una rabieta aparezca hace presencia la doctora. Esta vez tuvimos suerte. En otras ocasiones la doctora no fue tan oportuna y la consulta no fue tan objetiva como hubiese querido.
En esos momentos donde los periodos de tiempo son un enigma lo único que puedo hacer es hacer olvidar que el tiempo existe y aprovechando sus intereses recurrir a disipadores de angustia: Tablet, revistas de viajeros y música hacen que la prolongada espera no sea tan traumática. Las historias sociales también pueden ayudar a asumir mejor esas eventualidades. No son infalibles porque todo depende del entorno y de la disposición del chico.
Esperar su pedido en un restaurante también le llevaba al límite, pero gracias a ese «invento» llamado anunciadores de turno… esas cajitas que te entregan cuando haces tu orden y que cuando ya está lista hacen un sonido o vibran o se iluminan, la espera ya no es tan tensa (aplausos al que lo ideó). Evitamos, por ahora, aquellos sitios donde sabemos no son muy rápidos, ni hay un indicador de turno.
Todo esto para darle sentido y «estructura» a su día hasta donde esté a nuestro alcance. Anticipar y predecir el tiempo es algo muy difícil en esta sociedad caótica donde cada uno vive a su ritmo, pero definitivamente es necesario ponernos en el lugar de nuestros hijos y darles herramientas para que gestionen su tiempo y de paso la angustia que en muchos de ellos puede generar su interpretación del entorno. Con el tiempo maduran la paciencia y ya no tendremos que recurrir a tanta cosa, nos dan gratas sorpresas a medida que crecen.