Sí no aprende… hay que cambiar el método.

«Si al flanquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía.»

Antoine de Saint-Exupery

Educar no es fácil,  es una responsabilidad gigante por eso es una labor admirable.  Y como la realidad en la que vivimos muchos padres está condicionada por el autismo u otra discapacidad,  los maestros vienen siendo fundamentales en nuestras vidas y desde luego en la de nuestros hijos.

Mi hijo aún hoy en día recuerda a la maestra que confió en él: Marrryurrri (varias r porque le encanta acentuar esa letra). No estaba formada en educación especial o logopedia pero su curiosidad y sus ganas de ayudar,  combinado esto con una empatía casi que instantánea la convirtieron en un peldaño firme.  Veníamos de conocer a otras maestras muy juiciosas en sus jornadas pero a quienes la palabra autismo siempre las intimidó;  por eso con la profe Maryuri de una vez entré a informar «mi hijo tiene autismo,  presenta rabietas,  tiene muy poco lenguaje, se le dificulta relacionarse con sus compañeros… etc.» la respuesta no fue el asombro o el temor.  En pocos días ya había hecho contactos con personas que la pudiesen ayudar y dio un paso importantísimo: conocer a su alumno. No intervine mucho más que para pasarle información relacionada con autismo que encontraba en la web y me mantuve expectante con moderado optimismo dadas las anteriores experiencias.

Cuando mi hijo al finalizar su primera semana de clase llegó con un elemento en sus manos que producía un ruido particular y lo acompañaba una sonrisa,  me di cuenta que las cosas tomaban forma. Resultaba ser una especie de juguete reciclado con tapas de yogurth al que le habían introducido diferentes cosas (piedras, canicas, semillas).  Luego vinieron otros juguetes , coloridas orugas de pimpones sonoros,  botellitas con diferentes elementos, bloques de madera, almohadillas de texturas, todos artesanales y bastante creativos.

Poco tiempo después me mostró un salón pequeño utilizado como almacén y compartió su idea de hacer un aula especial con sus juguetes, fotos de su familia y un lugar para que se distrajera cuando la presión del salón de clases fuese abrumadora,  no era para menos con 28 niños. El proyecto lo hizo realidad de la mano de sus alumnos y este salón fue útil tanto para mi hijo como para otros cuatro chicos que tenían necesidades educativas especiales. Fue bueno mientras duró,  pues ante la negativa de la directora,  el salón se clausuró.

sebas8No se rindió.  Le confío tareas como monitor de clase (repartir cuestionarios, organizar la mesa de la profe, ayudar a cuidar las plantas…). Sebastián ejecutaba estas actividades con mucha habilidad y se notaba que le agradaba hacerlo.  Se sentía… importante! Estaba intervenida el área sensorial a través de los juguetes y el área social y ocupacional siendo monitor.

En cuanto al aprendizaje de materias como  lectura,  escritura y matemáticas la maestra empezó con lo clásico,  con el método que ella dominaba: cuadernos,  lápices y tablero hacían parte del experimento.  Pero a pesar de no funcionar del todo,  tampoco culpó a su alumno de ello. Ya le había comentado que Sebastián era visual y empezamos con las tarjetas,  las imágenes y la habilidad que dominaba como ninguno, EMPAREJAR.  La motricidad también tuvo su método individualizado.  Cambió el cuaderno por hojas de gran formato y crayones.  Y así lo hizo con el resto de aprendizajes. Los adaptó a las necesidades particulares de su alumno.

Maryuri se propuso encontrar caminos,  aprender de Sebastián,  adaptarse a él,  hablar su idioma.

Con mucha frecuencia los padres escuchamos más acerca de lo que nuestros hijos no pueden hacer que de  sus ilimitadas posibilidades. Creo que a todos nos han dicho «no podrá leer» «no reconocerá los números» y otras sentencias más que nos resultan inevitablemente frustrantes.

La mayoría de las veces no se trata del alumno,  se trata del método.  Con personas con autismo no es sencillo,  tampoco imposible. Es cierto que el paquete de autismo viene con bastantes áreas que atender pero también viene con un importante set de herramientas que es necesario aprender a descubrir para personalizar el aprendizaje.

Algunos chicos son visuales,  se beneficiarán de los pictogramas,  de programas informáticos y material gráfico.  Otros son auditivos por eso sus habilidades pueden encaminarse hacia la música. Algunos aprenden secuencialmente, otros de forma global.  Ahora con las nuevas tecnologías el aprendizaje se complementa con diversos recursos y hay que aprovecharlos. Como padres debemos exigir que se adapten los currículos a nuestros hijos.

Si no reconocemos la importancia de hallar esa forma tan individual de aprendizaje estaremos dificultando la oportunidad de adquirir esos conocimientos y desarrollar habilidades y culparemos luego al autismo, cuando en realidad es una condición que simplemente obliga a cambiar la reglas, los esquemas y sobre todo los métodos.  Se hace necesario explorar,  observar, registrar, equivocarse, corregir,  encaminar. Es costoso (en tiempo y dinero) pretender que el alumno se adapte a una inamovible forma de enseñanza y que si no lo hace es porque definitivamente no podrá.  Todos tienen la capacidad y todos merecen aprender. Sin excusas.

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